la noche.
Cargado originalmente por djCaramelo

Hola. Así se llamaba el local que ví en una esquina ayer, en Viña. Almorzamos en un restaurant que se llama La Gran Torre. En la puerta se ve una torre parecida a la Eiffel. Y dentro hay, básicamente, comida china y japonesa. Chile, Italia, Japón y China unidos en un gran recinto amarillo apestando de calor. Claro, hemos ido a ese restaurant unas treinta veces, por decir un número. Siempre es el mismo patético escenario; cientos de chilenos peleando por un trozo de esa comida que se ve y huele tan bien, pero que está a cinco personas de distancia. Así es el tenedor libre, Darwin en todo su esplendor. He visto a tipos llenando su plato con camarones y llegando a su mesa con cara triunfante, como si hubiesen pescado ellos todo lo que está en su plato. Miren! Tengo todos los camarones! He dejado al resto de las personas sin camarones! Cuán genial puedo llegar a ser?. Fin. Con mi familia siempre nos cuestionamos qué sentirá esta gente. Tan peinadita, tan bien vestida, llenando sus platos con cara de desespero, que después llegan a su mesa y se comen la mitad. Yo creo que, poniéndome en el lugar de ellos, piensan así: “me tengo que servir todo lo que pagué”, si no es eso, es algo parecido. Entonces se me hace más penoso estar en el mismo lugar que esas personas. Pero la comida es rica, entonces persevero. Además es el único restaurant que conozco, y bueno, tampoco conozco muchos, en que preparan aquellas masitas que no recuerdo el nombre pero que cada vez que voy a Sao Paulo la anoto en mi lista mental de lo que no puedo olvidar comer. También tienen esos tallarines cafés que sólo saben preparar bien los verdaderos asiáticos. Y calamar, y papas dulces; mis preferidas. Lo que no saben hacer, claramente, es la comida chilena. Ayer me encontré con el pastel de choclo más sin sabor que he probado en mi diminuta vida. Era como agua.
En tantas reuniones de negocios, o mejor, de posibles negocios que he tenido con papá y hermana, varias veces hemos mencionado un restaurant. Lo que más nos iba era tenedor libre o comida por kilo. Y desde que conocimos la jauría de chilenos en los restaurant de ese tipo, tácitamente la idea se anuló. No porque creemos que iríamos a pérdida, lo cual es muy relativo, si no porque nos daría vergüenza alimentar a tanta cantidad de animales vestidos de persona.
Y como no me interesa educar a quince millones de personas que no conozco (.......).